viernes, 31 de mayo de 2013

Proyecto de Historia (Parte II)

¡Hola! Como lo prometí, hoy les traigo el segundo relato de Gastón Portuguéz, esta vez desde el punto de vista de la clase obrera durante la Revolución Industrial. ¡Espero que les guste!

Imagen meramente representativa, no tiene nada que ver con la historia 

LA FAMILIA OBRERA Y SU CONVIVIR

"Era una de las mañanas más frías de todo el invierno. Recién me despierto y ya me tengo que ir a trabajar.
Mi esposa ya se había levantado y nos preparó un humilde desayuno: una taza de leche y un pedacito de pan. Como habrán notado me referí a "nos" porque tenemos un hijo de 10 años.
Somos una familia humilde, obrera y pobre como todas las demás. No sólo se nota por nuestra casa, una pequeña chocita de chapa en el medio de un barrio obrero, sino también por nuestra forma de vestir, yo uso las misma camisa todos los días, igual que mi pantalón y zapatos. También uso una gorra chata, característica del hombre obrero. Mi esposa al igual que yo y mi hijo, usa la misma ropa todos los días, un vestido largo que la tapa desde los pies hasta el cuello.
Mi esposa, mi hijo y yo trabajamos en la misma fábrica, ya que somos una familia muy pobre, no podemos mandar a nuestro hijo a la escuela, aún así, todas la noches viene mi madre y le enseña a escribir un poco, igual que como hizo conmigo, si no fuera por ella, no sabríamos nada.
Ya nos estamos por ir a la fábrica, yo lo veo como un lugar horrendo, sucio, asqueroso, peor que una cárcel, pero es lo único que queda por hacer para poder sobrevivir.
Como ya dije, el lugar es espantoso, ni que hablar de las condiciones de trabajo... 14 o 15 horas trabajando sin parar en una suciedad abundante. Al llegar a casa, siempre como, para comer hay papas o pan y agua, pero eso es peor que nada.
Al día siguiente se repite la misma rutina, y al otro, y al otro, pero un día algo no andaba bien en la fábrica, el patrón no había ido y todos los trabajadores se habían reunido. Eran cientos, y cientos, nunca creí ver tanta gente en las mismas condiciones que nosotros, bueno, pero ese no es el punto, el tema de la reunión fue crear un grupo para mejorar nuestras condiciones de trabajo: que nos paguen más que nuestros míseros sueldos, que no nos hagan trabajar tanto, ¡ya estábamos agotados! Unos días después propusimos hacer una huelga por nuestro bien, si el patrón era inteligente, y quería seguir produciendo, accedería a nuestras peticiones.
Cuando llegó el patrón y vio todo lo que estaba sucediendo, no lo notamos muy sorprendido ni disgustado, parecía que ya estaba esperando este momento.
Entre todos los trabajadores, asignamos un delegado para que vaya a hablar con el patrón. Después de unas horas de estar allí en su oficina, el delegado nos cuenta que esto ya ha pasado en otras fábricas, que los dueños son amigos de él, por eso no estaba sorprendido. También dijo que el patrón nos va a dar pequeños aumentos y va a tratar de arreglar la fábrica, y también que nos va a bajar las horas de trabajo a 10.
Bueno, me sorprendió eso de un burgués, pero lo cumplió, estoy un poco mejor que antes, pero igual falta algo, pero ta, hay que conformarse.
Y bueh... así es más o menos la vida de un obrero.
FIN.

De nuevo: gracias a Gastón por prestarme los relatos para subirlos al blog, ambos son muy buenos. ¡Que siga escribiendo!

2 comentarios:

  1. ¡Qué futuros novelistas estamos impulsando profesora Beatriz! Ojalá se pueda expandir esa idea del hombre de empresa como negociador y no se repitan desastres como los de Bangladesh en las maquiladoras textiles...¡¡en pleno siglo XXI!!
    Felicitaciones a los tres.

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    1. ¡Muchas gracias Eve! Le diré a la profe que le de un vistazo a tus comentarios. (A Gastón también)

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